LA MAÑANA
Una silla, una mesa, una cocina, la calle. La luz, el sur, el norte, los mapas. Las carreteras, los tiempos, allí, antes, después, ruido y silencio, eso es la luz.
Las copas de los árboles derramándose en flancos por la mañana, la puerta de la calle, a la derecha la calle, enfrente al techo y afuera, adentro del techo pero la luz. Y adentro la mañana toda estirada como hecha de las mañanas.
La luz gris e insinuante, eterna, estática, intemporal y el humo. Y el tazón y el barro y el invierno y marzo avasallando a abril, contiguo, marzo que se prolonga, se estira, se ralentiza, salta, se funde entre las partículas de la atmósfera llenas de ojos.
Y una puerta, tres escaleras, la estantería, no conocía la palabra, nada sabía de su vertiginosa afluencia, no conocía su inseparable prolongación y preguntaba y jugaba y me escondía detrás en los puños todos los ecos. Y repetía una vez, otra vez, cada vez una nueva pregunta, tres escaleras, la estantería, y por la noche la puerta. Y al día siguiente vuelta a empezar, ¿qué puerta?, tres escaleras, ¿qué estantería?, y abril contra mayo avasallando a junio contiguo. Y todo es la atmósfera que se funde, se alarga, se ralentiza y se llena de luz y de ojos.
Las copas de los árboles derramándose en flancos por la mañana, la puerta de la calle, a la derecha la calle, enfrente al techo y afuera, adentro del techo pero la luz. Y adentro la mañana toda estirada como hecha de las mañanas.
La luz gris e insinuante, eterna, estática, intemporal y el humo. Y el tazón y el barro y el invierno y marzo avasallando a abril, contiguo, marzo que se prolonga, se estira, se ralentiza, salta, se funde entre las partículas de la atmósfera llenas de ojos.
Y una puerta, tres escaleras, la estantería, no conocía la palabra, nada sabía de su vertiginosa afluencia, no conocía su inseparable prolongación y preguntaba y jugaba y me escondía detrás en los puños todos los ecos. Y repetía una vez, otra vez, cada vez una nueva pregunta, tres escaleras, la estantería, y por la noche la puerta. Y al día siguiente vuelta a empezar, ¿qué puerta?, tres escaleras, ¿qué estantería?, y abril contra mayo avasallando a junio contiguo. Y todo es la atmósfera que se funde, se alarga, se ralentiza y se llena de luz y de ojos.